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¡Achuuuuuuussssss!!!!!

Andrés Villa
Escritor

Ella se encuentra detrás de esas verjas que rodean su casa. Toda la belleza y el arte que plasmó el herrero se han convertido en sórdidos barrotes. ¡Ay! Su orgullo debe estar abatido, con lo presumida que es. Nadie, ni ella, ni yo pensamos vernos en esta situación. Es increíble que la casa, al lado de la mía, esté en cuarentena. En pleno siglo veintiuno, ¡ufffff¡ pero las pestes, y las pandemias son temas actuales, hay que lidiar con ellas.

Yo estoy convencido de que esos virus nuevos, que se propagan tan rápidamente, son la respuesta, el rechazo del planeta ante la presión del hombre. La naturaleza no se va a dejar vencer por la humanidad que ha ido muy lejos en su inconciencia, en su irrespeto por la lógica. El hombre, en su afán de hacerse rico, en su avaricia y la codicia de expoliar y sacar ventajas en negocios a costa del prójimo y de las riquezas ajenas, del abuso de los recursos naturales, se ha convertido en un insensato.

Yo creo que esto es sólo otro tanto que se anota el planeta, en una absurda y sórdida competencia de quién se hace más daño. Contra la emisión de gases que provocó el calentamiento global, la atmósfera respondió acentuando los fenómenos naturales, los meteoros como sunamis, huracanes, tifones, lluvias, inundaciones, ahora tienen dimensiones catastróficas. Todas las partes del planeta están en alerta contra el género humano. Los polos, congelados desde el comienzo de los tiempos, amenazan con derretirse y elevar el nivel de los mares, inundando las regiones costeras, barriendo todo lo que allí ha construido el hombre.

Pienso que primero fue el SIDA. Dicen que apareció en el Continente Negro. Allá, en muchas de sus regiones, los hombres todavía viven como en la prehistoria y tienen diferencias tribales tan radicales que se matan sin piedad. En ese cruel genocidio también han golpeado a la naturaleza y a los animales de manera indiscriminada. Yo veo que la cosa es ahora en el nuevo Continente. Es fácil comprender, que cómo no va a surgir un virus mortal en una ciudad de 20 millones de habitantes, que tiene contactos con todas las principales urbes del mundo. Ese virus es materia de exportación. ¡Ay papá! Los aviones son como probetas de laboratorio donde se cultivan esos gérmenes virales. Llegan a los aeropuertos y ¡zas! Todos abajo con los premios que a cada uno le tocó en el viaje. Cuando llegan a sus casas los viajeros llevan souvenirs y enfermedades. Increíble, pero cierto.

¡Oh! Pero veo a Sonia que sale al patio. Desde mi ventana puedo verla. Está colocando en el tendedero su ropa íntima. ¿La habrá lavado ella misma? Creo que debes ser la primera vez. Me parece que solo están en la casa Ella y su madre. Las empleadas tienen días de no venir. Ya entra. No la veo desmejorada. Está tan bonita aunque luzca esa ropa de entrecasa: “shorts”, blusita corta, el cabello anudado con un gancho y esas chancletas que le quedan tan bien y la hacen lucir lo bonito de los dedos de los pies con esas uñas que lleva siempre esmaltadas. Ya se va, entró a la casa.

Acá, en nuestra ciudad, el virus llegó y se propagó muy rápidamente. Cerraron escuelas y muy pronto fuimos los líderes en casos de contagios en la región. Los periodistas, ante la falta de noticias interesantes, se han dedicado a alarmarnos a todos y a llevar el conteo diario de los enfermos y a señalar las debilidades del sistema de salud gubernamental.

Pero no puedo comprender cómo Sonia es una de las infectadas. Ella tan bella. Es una mujer que debe sudar perfume francés. Su piel tersa y brillante, sus ojos grandes como almendras.

Eso es lo malo. Cada vez que me pongo a describirla caigo en lo cursi. Pero su belleza duele y una mujer así, con un cuerpo tan perfecto, no debe dar cabida a ningún virus.

Aunque no sé si en verdad está enferma. Dicen los partes médicos que las personas sospechosas de haberse contagiado deben pasar catorce días apartadas de todos, esperando a ver si evoluciona el virus. De ser así permanecerá en cuarentena, esa cantidad de días… cuarenta.

Ya pasaron siete días desde que llegaron a su casa los médicos con esos vestidos raros, blancos que los cubrían de pies a cabeza. Igualitos a los de las películas. Aquí la realidad supera a la ficción.

Y al que no he visto es a ese yeyesito de su novio. Si yo fuera el novio de Sonia, estaría junto a ella. Que me importa el virus ese. Ella necesita ayuda. Para eso están los parejos. Ese tipo no la merece. El amor no puede ser egoísta. ¿Cómo una mujer puede enamorarse de un personaje que se cree más bello que ella? ¡Ay, las mujeres! Como dice mi abuela, a veces piensan por donde orinan. Nunca había comprendido ese refrán como hasta ahora. Hay veces que alguno de esos refranes, que llegaron hasta acá en las carabelas de los españoles, continúan siendo muy ciertos.

Estoy convencido de que Sonia está enferma. Tengo días que no la veo ni salir al patio. Ya van 20 días y todos los de su casa continúan aislados.

La epidemia se ha ido extendiendo por la ciudad y dicen que los encargados de la salud, han perdido la capacidad de controlar los virus. Primero comenzaron a detectar los casos, y determinaron orígenes y los alcances del infeccioso virus y las rutas de sus respectivos contagios. Resultaron ser como los hilos de una extraña tela de araña. Pero las cosas se les fueron de las manos. Aparecieron demasiados enfermos y se les complicó el asunto. La epidemia se convirtió en pandemia. La ciudad es un caos.

¡Ay Alberto!, ¿Cómo se ha atrevido a entrar a la casa? ¿No sabe que estamos enfermas? Pero muchas gracias, estamos necesitando ayuda. Nadie contesta los teléfonos. No hemos recibido ayuda de nadie. Mi madre está muy mal. Pero usted es muy valiente en ayudarnos -.

La joven tenía la nariz húmeda y los ojos apagados, producto de la enfermedad. Se llevó la mano a la boca, para evitar salpicar, pero el estornudo surgió repentino e intempestivo. ¡Achuuuuuuuuuuuuu uuuuuuuuuuuusssssssss!

Sonia y su novio asistieron al entierro de Alberto. Este fue otra víctima del nuevo virus. El joven fue una de las últimas estadísticas fatales. Su cuerpo acogió el virus y sus defensas se derrumbaron por el contagio. La enfermedad así como vino se fue.

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