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De La Narcodependencia Al Narcotráfico

Javier Comellys
opinion@prensa.com

Tanto la narcodependencia como el narcotráfico están íntima y simbióticamente ligados, como el hambre y la necesidad de comer; son dos caras de una misma moneda, el dinero, y tienen un denominador común, la violencia.

Desde los tiempos de la prehistoria, el hombre en su etapa de recolector –inquieto por buscar un paliativo a sus dolores, físicos, psicológicos y morales– descubre por curiosidad que ciertas hierbas tenían un poder de curación y que otras le producían un estado de relajamiento, especie de adormecimiento; en otras ocasiones caía en una especie de éxtasis, alucinaciones y estados subliminales que le originaban momentáneamente un bienestar físico y mental.

Ciertas culturas utilizan las drogas con fines ritualistas. Brujos, curanderos, hechiceros, sacerdotes y chamanes la han utilizado para obtener poderes que, en gran parte, buscan la supuesta comunicación con fuerzas sobrenaturales durante los momentos de alucinación.

En otras culturas se mastica la hoja de coca como revitalizante para afrontar el fuerte trabajo del campo, como es el caso de los indígenas en ciertas regiones de Suramérica: Bolivia, Perú, Colombia, etc. En estos países, además, se ha legalizado su siembra como forma de obtener un ingreso económico y medio de sustento entre su población, donde existe la extrema pobreza, el hambre y la indigencia que azota diariamente la vida de sus poblaciones indígenas.

Lo cierto de todo esto es que, tanto el narcotráfico como la narcodependencia son males que azotan constantemente a la sociedad, cuyas consecuencias son impredecibles y sus resultados, devastadores.

Los gobiernos hacen esfuerzos para combatir dichos males, sin embargo, los esfuerzos parecen interminables, porque no es una tarea fácil su erradicación, es igual a combatir un cáncer en su etapa terminal. Esto se debe a que los mismos países tienen que enfrentarse a una guerra con dos frentes; el frente globalizado e internacional para contrarrestar el narcotráfico transfronterizo, y el frente interno para combatir su consumo. Ambas situaciones llevan consigo el incremento de la violencia y la criminalidad.

De ahí la pregunta que nos hacemos, ¿tenemos un problema de consumo de drogas derivado del narcotráfico y del crimen organizado o, más bien, tenemos un problema de narcotráfico y el crimen organizado como producto del consumo de droga?

La manera jurídica y científica de replantear conceptualmente el problema, tanto de la narcodependencia como del narcotráfico es tratándolo como un problema de salud pública; aquí no se trata de quién fue primero, el huevo o la gallina. Se trata de un programa de salud pública que consiste en la erradicación mediante la detección, la prevención y la rehabilitación del narcodependiente. Se trata de prevenir un flagelo que consiste en la adicción y la dependencia, que afecta el sistema nervioso central al igual que varias de nuestras funciones cerebrales y de comportamiento; produciendo, además, efectos a nivel fisiológico y psíquico que se manifiestan en alteraciones del comportamiento, de las emociones, del juicio y de la percepción del medio ambiente.

Combatir el narcotráfico y la narcodependencia en nuestro país, que se ha dicho se ha convertido en el puente del narcotráfico, con la fuerza del poder de la violencia, y no con el poder y la fuerza de la inteligencia, es igual a participar en una guerra conceptualmente interminable, absurda e infructuosa. La prueba más fehaciente de esta situación la encontramos en México y Colombia. Combatir la violencia con la violencia es como echarle leña al fuego. Los estamentos de seguridad en vez de utilizar el poder de la fuerza bruta, deben utilizar las estrategias que le permitan utilizar la fuerza de los sistemas de inteligencia, en la lucha contra el crimen organizado derivados del narcotráfico y de la narcodependencia.


Mientras exista el fantasma satánico de la droga que deambula dentro de los cerebros hueros de nuestra juventud, destruyendo su frágil voluntad y originando el fenómeno y síndrome de la drogadicción, existirán los narcotraficantes.


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