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Un diálogo con el portavoz de los desprotegidos

“Debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, 
la barda de la incomprensión, 
la barda de la mutua desconfianza, 
la barda del odio. 
El día que lo logremos, podemos decir que nos volamos la barda”.



Egbert Lewis
PA-DIGITAL
Esta entrevista es diferente porque primero llegaron las respuestas y después se hicieron las preguntas. Es diferente porque el entrevistado es un comediante, pero quizás esta fue una de las veces que más serio habló. Es tan diferente que, a pesar de que el protagonista no está aquí, sus palabras suenan fuerte, tocan conciencias.

El 11 de agosto próximo se cumple el nonagésimo noveno aniversario del natalicio del actor mexicano Mario Moreno, Cantinflas, quien por más de 40 años empleó su genio para hacer reír a multitudes, pero también lo utilizó para homenajear a la gente sencilla, glorificar la honradez y denunciar la discriminación. No en vano lo llamaron el portavoz de los desprotegidos.

Si Cantinflas estuviera vivo, seguramente tendría mucho que decir sobre lo que sucede a diario en buena parte de los suburbios, pueblos y países del mundo, donde muchas de las situaciones del siglo pasado siguen vigentes.


Cansados de escuchar las opiniones de la misma gente y de ver que los comportamientos y problemas se hacen recurrentes, nos imaginamos una entrevista con Cantinflas en broma y en serio... y he aquí el resultado:


díaD: ¿Qué reflexión haría sobre el momento político actual?


Cantinflas (C): Estamos pasando un momento crucial en que la humanidad se enfrenta a la misma humanidad.


Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo.


díaD: ¿Lo dice por las diferencias sociales que cada vez son más marcadas?


Cantinflas: No considero justo que la mitad de la humanidad, sea la que fuere, quede condenada a vivir bajo un régimen político y económico que no es de su agrado.


díaD: A su juicio ¿dónde comienza a fraguarse esta complicación que aqueja al esqueleto social?


Cantinflas: Estoy convencido de que los procedimientos, repito, recalco, los procedimientos de las partes en conflicto son desastrosos y, por ende, tampoco son de lo más bondadoso.


Insisto que hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas. Para mí, todas las ideas son respetables aunque sean "ideítas" o "ideotas", aunque no esté de acuerdo con ellas.


díaD: ¿Dónde está el nudo que no permite que pasemos a otro estadio?


Cantinflas: Todos creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el chaleco se lo tratamos de imponer a los demás, y si no lo aceptan, decimos que son unos tales y unos cuales y al ratito andamos a la greña.


¿Ustedes creen que eso está bien? Tan fácil que sería la existencia, si tan sólo respetásemos el modo de vivir de cada quien.


Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más humildes, pero más grandes de nuestro continente: "El respeto al derecho ajeno es la paz".


díaD: ¿Cuál es el primer paso que habría que dar en la dirección de llegar a conciliar nuestras diferencias?


Cantinflas: Con humildad, con humildad de albañiles no agremiados, debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio. El día que lo logremos, podemos decir que nos volamos la barda.


Pero no la barda de las ideas, ¡eso no!, ¡nunca!, el día que pensemos igual y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, en autómatas.


Este es el grave error de unos, el querer imponer por la fuerza sus ideas y su sistema político y económico. Hablan de libertades humanas, pero yo les pregunto: ¿Existen esas libertades en sus propios gremios y países?


Dicen defender los Derechos del Proletariado, pero sus propios obreros no tienen siquiera el derecho elemental de la huelga, hablan de la cultura universal al alcance de las masas, pero encarcelan a sus escritores porque se atreven a decir la verdad, hablan de la libre determinación de los pueblos y, sin embargo, hace años tienen un régimen opresor sin permitirles que se den la forma de Gobierno que más les convenga.


¿Cómo podemos votar por un sistema que habla de dignidad y acto seguido atropella lo más sagrado de la dignidad humana que es la libertad de conciencia, eliminando o pretendiendo eliminar a Dios por decreto?


¡El que quiera ser Colorado que lo sea, pero que no pretenda teñir a los demás!


díaD: ¿Su crítica parece estar dirigida a un solo bando de los dos que están en conflicto?


Cantinflas: No, del otro lado también tienen mucha culpa de lo que pasa. También son medio soberbios, como que si el mundo fueran ellos y los demás tienen una importancia muy relativa, y aunque hablan de paz, de democracia y de cosas muy bonitas, a veces también pretenden imponer su voluntad por la fuerza, por la fuerza del dinero.


Yo estoy de acuerdo en que debemos luchar por el bien colectivo e individual, en combatir la miseria y resolver los tremendos problemas de la vivienda, del vestido y del sustento.


Pero en lo que no estoy de acuerdo es con la forma como pretenden resolver esos problemas. También han sucumbido ante el materialismo, se han olvidado de los más bellos valores del espíritu pensando sólo en el negocio, poco a poco se han ido convirtiendo en los acreedores de la humanidad y por eso la humanidad los ve con desconfianza.


díaD: Sus manifestaciones suenan muy románticas en medio de una realidad en la que hay una tendencia hacia lo crematístico.


Cantinflas: Sí, hay quienes sostienen que el remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, refrigeradores, aparatos de televisión etc., y yo me pregunto: ¿para qué queremos automóviles, si todavía andamos descalzos?, ¿para qué queremos refrigeradores, si no tenemos alimentos que meter dentro de ellos?, ¿para qué queremos tanques y armamentos, si no tenemos suficientes escuelas para nuestros hijos?


Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no solamente impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y de tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos.


Pero esta aspiración no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia social.


díaD: ¿No le parece muy utópico todo lo que está diciendo?


Cantinflas: Es verdad que está en manos de los países poderosos el ayudarnos a nosotros los débiles, pero no con dádivas, ni con préstamos ni con alianzas militares.


Deben ayudar pagando un precio más justo, más equitativo por nuestras materias primas, compartiendo con nosotros sus notables adelantos en la ciencia, en la técnica, pero no para fabricar bombas, sino para acabar con el hambre y con la miseria.


díaD: Ha hablado muy políticamente. ¿Pero dónde queda la cultura en todo este enfrentamiento cotidiano?


Cantinflas: Definitivamente nos pueden colaborar respetando nuestras costumbres, nuestra dignidad como seres humanos y nuestra personalidad por pequeños y débiles que seamos; debe practicar la tolerancia y la verdadera fraternidad que nosotros sabremos corresponderles, pero que dejen de tratarnos como simples peones de ajedrez en el tablero de la política.


Yo reclamo que nos reconozcan como lo que somos, no solamente como clientes o como ratones de laboratorios, sino como seres humanos que sentimos, que sufrimos, que lloramos.


díaD: ¿A nombre de quién habla usted?


Cantinflas: Hablo como un simple ciudadano, como un hombre libre, como un hombre cualquiera pero que, sin embargo, cree interpretar el máximo anhelo de todos los hombres de la Tierra, el anhelo de vivir en paz, el anhelo de ser libre, el anhelo de legar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos un mundo mejor, en el que reine la buena voluntad y la concordia.


Y qué fácil sería, señores, lograr ese mundo mejor en el que todos los hombres blancos, negros, amarillos y cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como hermanos.


Si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos, si tan sólo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras, que hace dos mil años, dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones:


"Amaos... amaos los unos a los otros", pero desgraciadamente entendieron mal, confundieron los términos, ¿y qué es lo que han hecho?, ¿qué es lo que hacen?: "Armaos los unos contra los otros"...





Nota del editor. El diálogo que antecede es una adaptación del “discurso” pronunciado por Mario Moreno, “Cantinflas”, en la película Su Excelencia (1967). Las preguntas fueron formuladas con base en las respuestas encontradas en algunas partes del texto y la idea es mostrar cómo, en broma y en serio, 43 años después, su discurso sigue vigente.





Panamá América
Suplemento Día D
18 de julio de 2010

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