Héctor Collado
ESCRITOR
Apropósito de lanzamientos, proyectos habitacionales dignos, futuros gesticulantes, promesas irreprochables, discursos de doble faz y otras tropelías que se han cometido en materia de refugio, casa, hogar, pueblo, país…PISO TRECE
La nota se deslizó bajo la puerta. Ni siquiera se levantó de su trinchera hecha de mesas y sillas y cuanto traste, aparato y cachivache pudo encontrar en la casa. Sabía que el corregidor y la policía llegarían esa mañana para echarlo de aquel cuarto. Afuera las sirenas y las luces de las patrullas y los curiosos y los bomberos y la compañía constructora...
Había vivido por más de treinta años en el ya para entonces vetusto caserón. Fue responsable mientras pudo de los gastos de luz y agua, básicamente. Pero la antigüedad, el deterioro, había obligado a las instituciones a demoler la estructura.
No entendía cómo era posible la nota de desalojo, si yo he pagado y cumplido por más de 30 años, y por un atraso insignificante me van a echar. ¡No señor! De aquí me sacan muerto, grita por una de las ventanas que da a la calle del moderno edificio de 30 pisos frente al mar.
MUDANZAS
Sacar a la intemperie de los vidajenas, tus muebles, el viejo colchón viudo, la cafetera mordida de cochambre; la estufa hambrienta, los platos astillados, en fin, los enseres cotidianos, es someterse al escrutinio de la codicia, al desencanto de los ladrones y a la envidia de los vecinos que miran sin ver tu desnudez para chismosear tus carencias.
Cada cosa que sale de la casa duele, como dientes saltando de una boca expectante, hasta borrarte la sonrisa. La puerta abierta es un signo de interrogación; un pasillo interminable, la pregunta; un laberinto viscoso el desconcierto del ¿Y ahora qué?
La casa queda vacía de humores. El perfume de la rutina se escapa por la ventana que nunca reparaste y por donde ahora entra, juez severo, lo que queda del día para mostrarte las herrumbres del olvido.
Desciendes por la escalera de Sísifo, como antes, como otros, como tantos, como siempre.
La calle, el barrio, se queda ahí como indigente con la mano extendida mendigando tu retorno.
Panamá América
Suplemento Día D
TUMPAPIRE
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